Uno de los mejores ejemplos de cómo el pasado remoto se ha usado en un proyecto de conservación lo ostenta el de la reintroducción del cóndor de California en las Vermilion Cliffs de Arizona. Extinguido en esa región hacía más de un siglo, se sabía de su presencia anterior por la presencia en el registro fósil, numerosos restos de la especie se hallaron en depósitos del Pleistoceno.
Los potenciales beneficios de aplicar este tipo de información a iniciativas de conservación son incuestionables.
Este volumen reúne a un abanico de especialistas para ofrecernos una visión integrada de cómo la paleobiología nos puede informar tanto de la gestión de las especies amenazadas como de la toma de decisiones en proyectos de envergadura.
Algunas especies en peligro son por definición raras, con poblaciones que han sido probablemente durante mucho tiempo reducidas. Lo que implica que cualquier iniciativa de gestión directa tiene riesgos. La paleobiología nos puede informar con más precisión de lo que imaginamos el estado de las poblaciones de esas especies en tiempos remotos, permitiendo inferir hasta qué punto pueden recuperarse por encima de ciertos umbrales de población, más allá de lo que podamos imaginar por la experiencia directa que ha acumulado el hombre.
Esta obra es un claro ejemplo de hasta qué punto un estudio del pasado nos puede permitir modular el futuro próximo con más garantías que interviniendo a ciegas.