En el pasado, los profesionales que trabajaban con el medio ambiente y los planificadores urbanos ignoraban la vida silvestre en las áreas urbanas porque las ciudades eran percibidas como lugares para las personas y no para los animales salvajes. Paradójicamente, sin embargo, muchas especies de vida salvaje prosperan en estos entornos construidos. Las interacciones entre los seres humanos y la vida silvestre son más frecuentes en las áreas urbanas que en cualquier otro lugar en la tierra y estas interacciones afectan la salud, la seguridad y el bienestar de las personas tanto de manera positiva como negativa. Aunque las especies urbanas pueden controlar plagas, polinizan las plantas y es interesante observarlas, también dañan las propiedades, propagan enfermedades e incluso atacan a personas y mascotas. En las zonas urbanas, la combinación de densas poblaciones humanas, edificios, superficies impermeables, vegetación introducida y altas concentraciones de alimentos, agua y contaminación alteran las poblaciones y comunidades de la vida salvaje de forma invisible en entornos más naturales. Por estas razones ecológicas y prácticas, los investigadores y gerentes han mostrado un interés creciente en la ecología y el manejo de la vida salvaje urbana.