Desde la época de Galileo, la astronomía ha sido impulsada por la innovación tecnológica. Con cada avance importante que se ha conseguido, ha llegado la oportunidad y el entusiasmo para examinar el cielo de una manera que antes no era posible.
En los primeros capítulos el autor analiza lo que los astrónomos extraían de las encuestas de luz visible, primero a ojo desnudo, a continuación, utilizando telescopios en el siglo XVII, y la fotografía en el siglo XIX. A continuación, saltan a la segunda mitad del siglo XX cuando el cielo comenzó a ser barrido por telescopios de radio, infrarrojos, ultravioletas, rayos X y rayos gamma, muchos de los cuales tuvieron que ser enviados por satélites sobre la atmósfera de la Tierra. Estos estudios condujeron al descubrimiento de los púlsares, cuásares, las nubes moleculares, las protoestrellas, los estallidos, y los agujeros negros.