Durante mucho tiempo, en Europa el rey de los animales no era el león sino el oso. Fue objeto de culto durante varias decenas de miles de años antes de nuestra era, dejando huellas en la imaginación y las mitologías hasta el corazón de la Edad Media cristiana. Al principio, la Iglesia trató de erradicarlos, asustada por la brutal fuerza de la bestia y, especialmente, por la creencia de que se sentía sexualmente atraído por las niñas.
Michel Pastoureau traza los diferentes aspectos de esta lucha de la Iglesia contra el oso durante casi un milenio. Estudiando la historia cultural del oso a largo término, intenta identificar lo que, hasta el día de hoy, ha sobrevivido de su antigua dignidad real y traza la asombrosa transformación de una bestia en un osito de peluche, último eco de una relación apasionada del hombre con este animal desde tiempos antiguos.