La humanidad ha evolucionado tanto genética como culturalmente para convertirse en la especie más exitosa y dominante. Pero ahora somos tan numerosos y nuestra tecnología es tan poderosa que estamos produciendo efectos importantes en el planeta, su entorno y la esfera. Durante algunos años, los profetas han advertido sobre las posibles consecuencias perjudiciales de nuestras actividades, como la contaminación, la deforestación y la sobrepesca, y recientemente ha quedado claro que incluso estamos cambiando la atmósfera (ozono, dióxido de carbono). Esto es preocupante ya que los sistemas de vida del planeta están involucrados y dependen de su funcionamiento.
El cambio climático actual, el calentamiento global, es una consecuencia reconocida de este problema mayor. Para afrontar este gran desafío, necesitaremos la investigación y el asesoramiento de muchas disciplinas: física, química, ciencias de la tierra, biología y sociología, y particularmente el compromiso de políticos sabios como el senador estadounidense Al Gore. Un aspecto importante de este problema global que se ha investigado durante varias décadas es la pérdida de especies y el empobrecimiento de nuestros ecosistemas y, por lo tanto, su capacidad para sostenerse a sí mismos y, en particular, a nosotros. A través del tiempo evolutivo se han generado nuevas especies y algunas se han extinguido.
Dicha extinción y regeneración están moldeadas por los cambios en la corteza terrestre, la atmósfera y el clima resultante. Algunas extinciones han sido masivas, particularmente aquellas asociadas con impactos meteóricos catastróficos como el final del período Cretácico hace 65 millones de años.