Darwin desarrolló la teoría de la selección sexual para explicar por qué en el mundo animal abunda la belleza, desde los brillantes colores de las mariposas y los peces a los cantos de las aves y las ranas. Propuso que los animales deben tener un sentido para apreciar la belleza que lleva a que sus potenciales parejas desarrollen uans características que los hagan más atractivos sexualmente y en última instancia exitosos reproductivamente. Sin embargo Darwin no fue capaz de explicar cómo se produce el proceso.
En esta obra, Michael Ryan, uno de los científicos más relevantes del mundo en comportamiento animal, nos explica cómo él y otros colegas han continuado la obra de Darwin para tratar de arrojar luz en los aspectos que no fue capaz de explicar el padre de la teoría de la evolución, añadiendo luz sobre el comportamiento humano al mismo tiempo. Basando los razonamientos en las investigaciones más punteras en neurociencia y biología evolutiva, así como en sus importantes trabajos sobre las pequeñas ranas Tungara de las selvas de Panamá, Ryan explora por qué los animales perciben algunas características como bellas y otras no; si los animales tienen un sentido de la estética y dónde se halla enraizado. Ryan propone que las respuestas se encuentran en el cerebro, particularmente el de las hembras, que actúan como catalizadores biológicos, provocando el desarrollo de características hermosas en los machos. Esta teoría de cómo ha evolucionado la belleza sexual explica cómo ha surgido una diversidad tan enorme de características y cómo nuestra propia percepción sobre la misma se asemeja tanto a la que parecen poseer los animales.