Con BPA en los biberones, el mercurio en el pescado, y el plomo en los monitores de ordenado, el mundo se ha convertido en un lugar tóxico. Pero a medida que Emily Monosson demuestra en su nuevo libro, en realidad siempre ha sido tóxico. Cuando el oxígeno se desarrolló por primera vez en la atmósfera terrestre, amenazaba la existencia misma de la vida: ahora, literalmente, no puede vivir sin él. De acuerdo con Monosson, examinando cómo la vida se adapta a este tipo de amenazas, los contaminantes más peligrosos de hoy en día nos pueden enseñar mucho sobre el problema. Si bien el estudio de la evolución ha avanzado muchas otras ciencias, desde la biología de la conservación a la medicina, el campo de la toxicología aún no ha abrazado este enfoque crítico.
En este libro la autora busca cambiar eso. Se traza el desarrollo de sistemas de defensa de la vida - los mecanismos que transforman, excretan y depositan lejos los productos químicos potencialmente dañinos - desde hace más de tres mil millones de años hasta nuestros días. A partir de la respuesta de nuestros primeros antepasados a la radiación ultravioleta, Monosson explora la evolución de defensas químicas tales como antioxidantes, proteínas de unión de metales, la desintoxicación, y la muerte celular.
A medida que se altera la química del mundo, estas defensas a menudo se sienten abrumadas más rápido de lo que nuestros cuerpos pueden adaptarse. Sin embargo, el estudio de cómo nuestra compleja red de defensas interna opera en la actualidad, y cómo llegó a ser de esa manera, nos permiten predecir cómo va a reaccionar a los productos químicos existentes. Este conocimiento podría conducir no sólo a mejorar la gestión y las medidas preventivas, sino posiblemente, también al tratamiento de las enfermedades actuales.