El cuervo (Corvus corax) ha tenido durante siglos una relación estrecha con el hombre, de amistad se podría decir. Los guerreros normando y vikingos acostumbraban a viajar con cuervos en sus barcos. Las ciudades inglesas permitían que los cuervos vivieran en ellas, pues se encargaban de limpiar las calles durante la Edad Media, tanto de restos humanos como de las personas que morían en la zona de influencia amurallada de las ciudades. A partir de 1700, sin embargo, esta relación se truncó. Se les comenzó a considerar como aves de mal agüero, y ya durante el siglo XIX su presencia en las ciudades británicas era testimonial.
Joe Shute nos comenta en este libro el retorno paulatino del cuervo a los entornos urbanos del Reino Unido. Shute viaja por los distintos rincones británicos donde diferentes proyectos están ayudando a que esta inteligente especie recolonice un hábitat en el que prosperó hace unos siglos.