Un nuevo punto de vista sobre los animales que dominaban el planeta durante el Cretácico. En este caso, los autores intentar poner en contexto hasta qué punto los grandes dinosaurios eran los animales que reinaban, si no más bien la gran cantidad de insectos que vivían entonces, y que condicionaron enormemente la vida de los grandes terópodos. A partir del análisis de los insectos del Cretácico conservados en depósitos de ámbar, en tres localidades (Líbano, Birmania y Canadá), llegan a la conclusión de hasta qué punto aquellos ecosistemas estaban habitados por verdaderas hordas de voraces insectos, que infectaron con malaria, leishmaniasis, y otras enfermedades, a los grandes vertebrados terrestres del momento. Un efecto no del todo bien valorado, y que podría haber sido decisivo, entre otros factores, en la extinción de los dinoaurios a fines del Cretácico.