Centrándose en la herencia, que Jacob considera la característica fundamental de los seres vivos, muestra cómo, desde el siglo XVI, la comprensión científica de los rasgos heredados no ha avanzado de forma lineal y progresiva, del error a la verdad, sino a través de una serie de marcos. Revela cómo estos sucesivos enfoques interpretativos, centrados en estructuras visibles, estructuras internas (especialmente células), evolución, genes y ADN y otras moléculas, tienen cada uno su propio poder, pero también limitaciones.