El sapo de caña (Rhinella marina), fue introducido en Australia por una agencia gubernamental en 1935, un pequeño contingente de 101 especímenes que soltaron para controlar los insectos que estaban destrozando unas plantaciones de caña de azúcar. Este sapo pronto se adaptó a su nuevo territorio, matando no solo las presas que capturaba sino también los depredadores que querían alimentarse de él, por su elevada concentración de tóxicos. Hoy día tiene una población de cientos de millones de ejemplares que se han extendido por el norte de Australia, y sigue expandiéndose hacia el oeste. Esta obra comenta cómo ha sido el proceso, el impacto ecológico que ha tenido este sapo, y lo complejo del problema de cómo tratar de impedir que siga expandiéndose.