Las memorias autobiográficas de Charles Darwin fueron escritas para sus hijos, sin pensar en ningún momento que pudieran acabar siendo publicadas y dieran a conocer a un hombre humilde que prefería la compañía y los consejos de su familia antes que los de los eminentes científicos que lo rodeaban. Este sincero autorretrato ofrece una visión muy reveladora sobre las creencias y los principios de un hombre ético cuyas teorías sobre la evolución sacudieron las bases de la religión tradicional, desde 1831 hasta hoy mismo, y cuyas tesis siguen levantando polémica, pero que fundamentalmente han significado para la Humanidad la opción de dar un paso de gigante en el conocimiento de sus orígenes.