En el transcurso del siglo XX, los científicos llegaron a aceptar cuatro hechos contrarios a la intuición considerados en su tiempo todavía fundamentales sobre la Tierra: el tiempo profundo, la deriva continental, el impacto de los meteoritos, y el calentamiento global. Cada una de ellas, cuando fue propuesta en primer término, violaba la ortodoxia científica y fueron denunciadas rápidamente como herejías científicas y, a veces religiosas. Sin embargo, después de décadas de rechazo, los científicos y el público en general acabó por reconocer la verdad de cada teoría. Las historias detrás de estos cuatro descubrimientos reflejan el fascinante tira y afloja de la labor científica.
Revelan el carácter provocador de la ciencia. Por ejemplo, la Tierra y el sistema solar son mayores de lo supuesto durante toda la existencia humana; las interacciones entre las placas móviles y los continentes explican la casi totalidad de características de la superficie de la Tierra; y casi todas las características importantes de nuestro sistema solar surgen como unr producto de la colisión de grandes objetos en el espacio. Lo más sorprendente de todo, hemos alterado el clima de un planeta entero poniendo en peligro el futuro de la civilización humana. Los científicos pueden equivocarse, pero se puede confiar en la ciencia. En el proceso, nacen ideas sorprendentes que, con el tiempo, acaban por establecerse.