Mediante un enfoque ecológico Clive Finlayson aborda nuestra propia evolución, considerando el origen de los humanos modernos en el contecto de un clima seco y de cambio del medio. Finlayson sostiene que el cambio ambiental, particularmente la disponibilidad de agua, jugó un papel crucial en la forma en que evolucionamos, contribuyendo a nuestra difusión y éxito. Sostiene el autor que nuestros antepasados consiguieron un nicho particular para ellos mismos al abandonar los ecosistemas forestales, forzando su camino dentro de una comunidad establecida ya antiguamente de carnívoros en las sabanas tropicales, a medida que el cambio climático fue abriendo los paisajes. Aprovecharon sus oportunidades en los momentos del día con el sol más alto, cuando la mayoría de depredadores se hallan durmiendo. Adaptándose a este nuevo estilo de vida perdiendo el pelo corporal y desarrollando un sistema de sudoración activo para permanecer frescos, el hallarse cerca del agua era vital. A medida que el clima se hacía más seco, nuestro ancestros, ya bípedos, se hicieron más altos y delgados, más adaptados para viajar largas distancias en búsqueda del agua. Asimismo, los desafíos a los que se enfrentaban durante esas búsquedas del agua hicieron que desarrollaran sus mentes y cuerpos, dirigiendo en última instancia sus migraciones y aasentamientos.