El autor lleva 64 años mirando aves desde el sillín de la bici. Primero por pobreza y falta de otra manera de moverse; pero luego, con el cambio climático y de valores, empezó a presumir de esta necesidad pecuniaria como si fuera una virtud elegida desde el principio. Relata aquí con humor y perspicacia esos 4.000 kilómetros en bici que dedica cada verano a un solo pájaro que le tiene enamorado: el alcaudón dorsirrojo. Y la desazón de ver cómo tanta gente pasa por la Naturaleza como por una galería de arte sin ni siquiera mirar los cuadros.