Las enanas blancas, que contienen tanta masa como la de nuestro Sol pero concentrada en un volumen del tamaño de nuestro planeta, es el punto final de la evolución de la mayoría de estrellas. Se han descubierto miles de estos objetos celestes aunque hace un siglo solo se conocían tres. Son de las estrellas más comunes en la Vía Láctea, y se han convertido en herramientas importantes para la comprensión del universo.