Es una invitación a poner en valor la realidad tangible y manejable, a trabajar la atención plena sobre las cuestiones básicas que rigen la cotidianidad --la alimentación, el amor, los medios de comunicación, la vestimenta y nuestras posesiones-- y conectar con ellas de forma consciente, limitando sus contornos y encontrando su lugar en la red que conforma
el fundamento vital.