Este libro deshace una buena parte de los equívocos que normalmente se proyectan sobre el evolucionismo; y sobre todo es un intento serio de explicar basándose en la teoría de Darwin cómo han podido llegar a existir formas de vida tan increíblemente complejas como nosotros mismos, a partir de los más simples materiales. En sus páginas, Dawkins rebate discursos teológicos acerca de la figura de Dios como creador de vida y explica cómo se puede conseguir la complejidad mediante la evolución. En la parte final del libro, el autor cuestiona otras teorías que han tratado de explicar la variedad de formas de vida y que van desde el creacionismo hasta el lamarckismo. Aunque órganos tan complejos y precisos como el ojo parezcan sugerir la existencia de un diseño inteligentecapaz de dar forma a la vida en la Tierra. Dawkins desmonta esta falacia y argumenta que la selección natural de las especies no responde a ningún plan preestablecido, carece de finalidad u objetivos y tan sólo actúa con la precisión de un asombroso relojero ciego.