PUBLICACIÓN PREVISTA 15 SEPTIEMBRE
¿Cómo pudo Alfred Russell Wallace, un naturalista autodidacta, llegar a convertirse en uno de los biólogos más importantes del siglo XIX? Sus hallazgos científicos, los azares de su vida aventurera, su personalidad inquisitiva e ingenua a partes iguales, su inteligencia y capacidad como observador continúan siendo motivo de asombro para cualquiera que se asome a su vida hoy en día. Su logro más conocido es el de haber descubierto la selección natural como evolución de las especies con total independencia de Charles Darwin, un capítulo de su vida que sigue siendo fascinante y que selló la amistad, para siempre y a pesar de todo, entre los dos científicos. Pero esto solo es una pequeña parte. Entre otras cosas, trazó la famosa frontera zoológica que hoy conocemos como línea de Wallace, fue un experto zoólogo y explorador, sus aportaciones al evolucionismo (selección sexual, efecto Wallace, mimetismo) son indiscutibles, creó la biogeografía evolutiva y fue un precursor de la moderna biogeografía de islas. También visitó otras áreas, fue espiritista, antivacunas, socialista y, tal vez lo más importante, un impenitente optimista aun en medio de las mayores catástrofes.