Los erizos han tenido una larga asociación con los humanos, que se remonta al Antiguo Egipto y más allá. En ocasiones se los ha visto desfavorablemente, pero para la mayoría de la gente el erizo es un animal atractivo e interesante. En los últimos años, ha expulsado al tejón, el delfín y la ardilla roja del liderato de la lista de los mamíferos británicos más populares. El fuerte apoyo del público lo convierte en una especie emblemática, ideal para alentar la aceptación pública de los principios de conservación de la naturaleza, especialmente en el entorno urbano. El erizo es asimismo una valiosa especie bioindicadora, que acredita la viabilidad de los ecosistemas. Su presencia es indicativa de poblaciones sostenibles de invertebrados importantes, especialmente lombrices de tierra y muchos insectos cuyas larvas y adultos realizan funciones ecológicas vitales.
En un desarrollo preocupante, la difícil situación del erizo parece estar empeorando, con una nueva encuesta que revela una disminución adicional de avistamientos en jardines. Su declive a largo plazo en Gran Bretaña, aunque poco entendido aún, se atribuye a la pérdida y fragmentación de su hábitat en las ciudades y el campo, la muerte por atropellos en las carreteras y los cultivos intensivos que ofrecen pocos sitios buenos para alimentación o anidar. En esta oportuna incorporación a la colleción The New Naturalist, Pat Morris ofrece una historia natural completa de este mamífero tan simpático.
Gran parte de lo que creemos que sabemos sobre el erizo se basa solo en un pequeño número de estudios, la mayoría de ellos no se repiten ni se corroboran. Sin embargo, con el erizo ganando enormemente en proyección pública, el apoyo de organizaciones benéficas ha permitido una mejora significativa en la actividad de investigación.