Jean-Michel Bertrand nos invita a percibir desde las escenas mostradas en la pantalla, el aislamiento en las montañas. La paciencia y la discreción son las condiciones para conseguir imágenes que parecen magia. Esta película es el resultado de varios años de filmación de las estaciones del año, principalmente en el Champsaur. Es el valle natal del director, adonde ha regresado para conseguir una oportunidad de integrarse en el paisaje, para ver y entender los lugares comunes. Su búsqueda ofrece al final instantes sublimes: cómo el águila visita su nido, sin que perciba la presencia de la cámara.