La novedad editorial Huellas y rastros de una dehesa ofrece una visión diferente de la dehesa a través del rastreo, un paseo en silencio que permite captar de forma única cada detalle de la vida que alberga. Para aprender cómo es la vida en este ecosistema único, donde las encinas y alcornocales se mezclan con pastizales y matorrales, y donde la actividad del ser humano convive con la naturaleza.
El prólogo de Joaquín Araújo, titulado “La escritura de los animales”, explica lo importante que es descifrar lo que los animales muestran sin ser vistos. Aprender a leer sus conductas a partir de estos indicios. Una guía para poder leer uno de los lenguajes sin palabras más gratificante.
El libro en formato guía de campo y cuidada edición es una autoedición de SERAFO (Servicio de Rastreo Forestal). Para dar a conocer con más detalle esta nueva publicación, hemos preparado una pequeña entrevista a Fernando que muy amablemente se ha prestado a contestar. ¡Esperamos que sea de vuestro interés!
Como fundador del SERAFO (Servicio de Rastreo Forestal), ¿nos puedes explicar brevemente la historia de este conjunto de personas apasionadas por el rastreo de fauna?
El Servicio de Rastreo Forestal en realidad surge del enamoramiento que tuve hace ya muchos años cuando cursaba estudios en la Escuela de Capataces Forestales de Coca (Segovia) y un compañero me mostró una egagrópila de búho real, algo hasta entonces desconocido para mí, que provocó todo un shock en mi alma naturalista contagiándome inmediatamente de un deseo irrefrenable de descubrir tanto egagrópilas como otros indicios que me hablasen de la fauna y sus acciones aun sin verla. Ahí empecé a rastrear primero búhos, luego otras rapaces, luego córvidos y luego todo lo demás, eso sí, he de reconocer que desde muy niño era todo un “bichero” que disfrutaba de cada momento en el campo buscando todo tipo de animales, en especial insectos y reptiles.
Años después conocí a Paloma, mi mujer, y fue entonces cuando di el paso de profesionalizar mi pasión en España y comenzamos juntos a rastrear por toda Europa hasta dar el salto a América, Asia y África. De este equipo inicial surgió hija Elvia, que tras mamar el rastreo desde el minuto cero, acaba de despedirse de sus 10 años rastreando en Tanzania con los Masai y los Hadzabe. Es decir, somos una familia de apasionados por la naturaleza y su fauna, con un objetivo claro, aportar conocimiento y valores al resto de la población, convencidos de que lo que no se conocer no se puede valorar. Y el rastreo nos permite mostrar a la gente esa fauna tan esquiva que de otra manera sería difícil de apreciar.
Foto de Guillermo Carrión
Estamos ante un libro que presenta 423 páginas con fotografías en todas ellas, a veces más de 4 por página. ¿Lo primero que uno se pregunta al hojearlo es cuántos años has dedicado a recopilar esta colección de fotografías tan extraordinaria y cuántas imágenes aproximadamente contiene el libro?
La mayor parte del trabajo de campo se ha realizado en un año de trabajo durante una semana al mes, pero es cierto que ya habíamos entrado en contacto con esta dehesa años anteriores y recopilado también algunas de las imágenes. Fueron precisamente esas visitas previas las que nos mostraron el potencial de este lugar y las que nos hicieron sentir la necesidad de mostrarlo al resto. De todas las imágenes recogidas en este tiempo (más de 5000) hemos incluido alrededor de 1400, lo que le convierte es un catálogo visual único, y más, teniendo en cuenta que lo que el libro contiene está basado en una dehesa privada de tan solo 256 Has.
Interior del libro
El libro se centra en la dehesa, pero ¿crees que el libro puede ser útil también en otros ambientes?
Sin duda. En primer lugar, puede trasladarse a todas las dehesas de la Península Ibérica y por supuesto, a cualquier otro bosque mediterráneo. Pero también es cierto, que buena parte de las especies aquí mostradas a través de sus rastros, pueden encontrarse en buena parte de España.
Pero no se trata sólo de que este libro sea útil en otros ambientes, que lo es, sino de que constituye una muestra de que a través del rastreo se puede obtener una información rica, abundante y en algunos casos inédita del ecosistema en el que estemos trabajando. Algo que hemos aplicado desde en desiertos como hasta en selvas tropicales.
Fernando Gómez con nativos Kichwa en Ecuador
Nos podrías explicar alguna anécdota que desees compartir que haya sucedido en alguna de tus expediciones de rastreo?
Me cuesta elegir anécdotas o momentos entre los cientos que he tenido durante las diferentes expediciones de rastreo que he llevado a cabo en más de 30 países, pero hay momento que recuerdo con especial cariño. Desde la primera vez que tras durísimas jornadas de trabajo conseguir localizar a un macho de cocodrilo del Orinoco en Colombia donde no había citas hacía décadas; pasando por compartir el silencio de la concentración y conexión con Elridge Vigil, el último rastreador apache que queda en Nuevo México, siguiendo un puma durante más de 2 horas en un cañón que seguramente jamás habría pisado un hombre “blanco”; o llegar a localizar un imponente ejemplar de anaconda tras un difícil rastreo por selva con los nativos Matsés de la Amazonía Peruana, hasta la sensación brutal de rastrear en el paleolítico compartiendo partidas de caza con los Hadzabe en Tanzania, una de las ultimas tribus nómadas de cazadores recolectores del mundo.
Como anécdota, un ejemplo de la utilidad del rastreo. Recuerdo una expedición por el Sáhara junto a Paloma, cuando preguntamos a nuestro guía por la presencia de víboras en la zona y nos aseguró que era demasiado pronto para que estuviesen activas por las temperaturas aún frías de ese mes de marzo. Unas horas después nos miraba con cara de preocupación cuando le mostramos las fotos de los rastros de varios ejemplares de víbora cornuda (Cerastes cerastes) que encontramos a pocos metros de nuestro campamento.
Fernando Gómez fotografiando los rastros dejados por una víbora cornuda
Es evidente que la identificación de rastros no es una ciencia exacta y por lo tanto el aprendizaje y la experiencia son fundamentales. Pero nos preguntamos cuáles son los tipos de indicios que más cuesta identificar a qué especie pertenecen.
Con el rastreo nunca se deja de aprender, nunca se llega a tener todas las respuestas y por tanto la experiencia continua es la que nos convierte en especialistas, por eso para nosotros no se trata solo de una afición, o en mi caso de una profesión, se trata de una forma de vida.
Cuando hablamos de rastreo prácticamente todo el mundo piensa en las huellas, que sin duda son el “indicio estrella”, y entre ellas cuesta diferenciar a aquellas que pertenecen a animales muy similares morfológicamente, perro y lobo, visón americano y visón europeo, mirlo y zorzal... Sin embargo, ellas mantienen un patrón directamente relacionado con esa morfología que ayuda a la identificación, algo que no ocurre por ejemplo con los excrementos que pueden presentar una tremenda variabilidad dentro de una misma especie e incluso dentro de un mismo individuo. También es complejo determinar el autor de muchas de las señales de alimentación y restos de depredación, por lo que lo más adecuado es trabajar con varios indicios al mismo tiempo. Pero a nosotros en la actualidad los indicios que nos suponen un reto más atractivo son aquellos dejados por los invertebrados, por ser mucho más desconocidos en general y muchas veces más sutiles: una exuvia, una puesta en el envés de una hoja. Son los que nos hacen trabajar en modo “slow”, poniendo a prueba en primer lugar nuestra capacidad de localización.
¿Qué consejos darías a todos aquellos que deseen iniciarse en el apasionante mundo del rastreo? ¿Qué material crees que es indispensable para medir, tomar las muestras y estudiarlas?
El primer consejo es tener motivación y humildad. El rastreo no es cuestión de hacer un curso y salir un par de fines de semana al campo y ya está. Es necesario trabajar mucho para formarse y adquirir una buena base. Es necesario estudiar mucho sobre la fauna salvaje, su etología y su relación dentro de los ecosistemas en los que vive, ya que para reconocer hay primero que conocer. Es decir, uno no puede reconocer una huella de gineta, si no sabe qué es una gineta y cómo es la morfología de sus patas, e incluso en qué medios la puede encontrar. Pero esto no debe desanimar a nadie, afortunadamente todos nacemos con el equipo básico necesario, nuestros sentidos, que unidos a nuestra curiosidad y ganas de disfrutar pueden hacer maravillas. Para ir aprendiendo, salir al campo es fundamental, siempre con el equipo adecuado al lugar a reconocer, pero para que sea más fructífero recomendaríamos hacerse poco a poco con una buena biblioteca de consulta, a pesar de que se pueda contar con la información que uno puede encontrar en las redes.
Ahora que vivimos en plena era de la tecnología es muy interesante realizar fotografías de los rastros localizados para poder posteriormente cotejarlas en libros o foros. Eso sí, lo ideal para una mejor identificación es emplear un testigo métrico.
En el caso de las huellas, el empleo de láminas de acetato para calcarlas sobre el terreno y la realización de moldes de escayola, son las mejores formas de “llevarse” a casa muestras para estudiarlas posteriormente.
Hay que recordar que la recogida de otros tipos de muestras, como restos de animales, está regulada por la normativa.
En el libro cuentas que estás preparando una Guía de las huellas y rastros de la fauna salvaje de España y Europa. ¿Nos puedes explicar cómo está este proyecto?
Llevamos trabajando en el “Proyecto Europeo de Rastreo de Fauna Salvaje” desde el 2010, lo cual nos ha llevado a rastrear en una veintena de países de continente Europeo, desde el Estrecho de Gibraltar a la Laponia, pasando por el Cáucaso Armenio en los límites con Asia. El volumen de indicios recopilados en este tiempo es muy grande, por lo que primero la Editorial Omega publicará nuestro trabajo en una guía fotográfica centrada exclusivamente en la Península Ibérica que estamos redactando actualmente.
Queremos ofrecer un producto en el que, organizadas por especies, aparezcan los indicios de presencia de una selección de los mamíferos, aves, anfibios, reptiles, artrópodos e incluso invertebrados que podemos encontrar en este biodiverso territorio.
¿Cuál es tu opinión sobre el conocimiento de las técnicas de rastreo en España?
En realidad, las técnicas de rastreo considero que son poco conocidas en España y por tanto infravaloradas. Lo que sí es cierto es que se ha puesto de moda la identificación de huellas y rastros, y en pocos años hemos pasado de que fuese algo casi anecdótico a que abunde la oferta de cursos y publicaciones sobre esta temática.
Sin embargo, no hay apenas productos sobre técnicas de rastreo o de seguimiento, o de su aplicación real. Nosotros para formarnos en estas técnicas hemos tenido que beber de diferentes fuentes, aprendiendo de diferentes profesionales de otros países, así como de diferentes etnias que aún siguen usando el rastreo en su día a día en la actualidad.
Por ello, en nuestras publicaciones vamos poco a poco introduciendo esta otra parte menos conocida, además de impartirla en nuestros cursos y emplearla como herramienta en la educación ambiental, pero también en la gestión, conservación y protección del medio natural de forma efectiva.
El autor intercambiando conocimientos con un Hadza en Tanzania
Siguiendo el rastro a un oso andino