Una de las preguntas persistentes sobre nuestro planeta es la forma en que se ha mantenido continuamente habitable sobre vastas extensiones de tiempo geológico, a pesar de que su atmósfera y clima son potencialmente inestables. La hipótesis de Gaia de James Lovelock postula que la vida en sí ha intervenido en la regulación del medio ambiente planetario con el fin de mantenerlo estable y favorable para la propia vida. Propuesta por primera vez en la década de 1970, la hipótesis de Lovelock sigue siendo muy controvertida y sigue siendo objeto de un intenso debate.
El autor de esta obra emprende la primera investigación a fondo de los argumentos expuestos por Lovelock y otros, concluyendo que las evidencias no apoyan la hipótesis de Gaia. Toby Tyrrell se basa en los últimos avances en campos tan diversos como la ciencia del clima, la oceanografía, ciencias atmosféricas, geología, ecología y biología evolutiva. Leva a los lectores hasta rincones oscuros del mundo natural, desde el sur de África, donde las rocas más antiguas revelan que los icebergs estuvieron presentes cerca del ecuador, a los imitadores de peces limpiadores en los arrecifes de Indonesia, o los peces ciegos en cuevas profundas mexicanas. Tyrrell teje estas y muchas otras observaciones interesantes en un análisis exhaustivo de las principales afirmaciones y argumentaciones que sustentan los defensores de Gaia, considerando que no es una imagen creíble de cómo interactúan la vida y la Tierra.