Más allá de la belleza que las plantas pueden traer a nuestros hogares, se trata de un elemento que cambia constantemente y llena nuestros ambientes de vida y nuestras almas como un rito de rejuvenecimiento. Las plantas aportan vitalidad, crecimiento y buen rollo. Cuando invitamos a las plantas a nuestra casa, respiramos un aire más limpio y somos más felices. Cuidar de ellos es nutrir nuestra relación con la naturaleza y un recordatorio de que evolucionamos a partir de ellas.