Unos 40 millones de kilómetros de carreteras rodean la Tierra, pero se tiende a considerarlas sólo como infraestructura para la conveniencia humana. Si bien las carreteras son tan omnipresentes que son prácticamente invisibles para los humanos , los animales salvajes las experimentan como fuerzas de muerte y perturbación completamente extrañas. En este libro, el periodista medioambiental Ben Goldfarb viaja por Estados Unidos y por todo el mundo para investigar cómo las carreteras han transformado el planeta.
Un millón de animales mueren atropellados por automóviles cada día sólo en Estados Unidos, pero como muestra la nueva ciencia de la ecología de las carreteras, los daños de las carreteras se extienden mucho más allá de los atropellos. Criaturas desde antílopes hasta salmones están perdiendo su capacidad de migrar en busca de alimento y pareja; las plantas invasoras viajan en las bandas de rodadura de los neumáticos; la sal de los caminos contamina lagos y ríos; y el mismo ruido del tráfico ahuyenta a los pájaros cantores de amplias zonas de su hábitat. Sin embargo, los ecologistas de carreteras también intentan mitigar la destrucción mediante soluciones innovadoras.
Goldfarb se reúne con conservacionistas que construyen puentes para los pumas de California y túneles para los sapos ingleses, ingenieros que deconstruyen el laberinto de caminos madereros que rodean los bosques nacionales, rehabilitadores de animales que cuidan a los ualabíes huérfanos de automóviles de Tasmania y organizadores comunitarios que trabajan para deshacer los estragos que las carreteras han causado en ciudades de Estados Unidos. Hoy en día, a medida que la red de carreteras del planeta continúa creciendo exponencialmente, la ciencia de la ecología de las carreteras se ha vuelto cada vez más vital.