Cuando se habla de Mallorca, en lo primero que pensamos es en turismo, y luego en sol y bonitas playas; además de que la ensaimada y la sobrasada provienen de allí.
Pero esto no es más que un esterotipo, una etiqueta, una limitada visión de lo que en realidad esconde esta isla. Sólo esconde lo que no se quiere ver, porque detrás de la primera línea de mar y del bullicio nocturno hay una isla todavía por descubrir: montañas de casi 1.500 metros que se miran en el mar; barrancos de vértigo; cerca de 4.000 cuevas y simas que perforan las raices de la tierra; un pasado milenario que pervive en la conciencia popular; una naturaleza insospechada y exultante; y una calma. de la cual presumía antaño y ahora tan ansiada, que habita intacta en su interior donde solamente se asoman los curiosos como tú.